lunes, abril 19, 2010

Bartoli, Sacrificium, Valladolid 17 de abril


Me he dicho que tengo que escribir una entradita sobre el maravilloso fin de semana en Valladolid con concierto incluido de la siempre fantástica Cecilia Bartoli. No puede ser esto de abandonar tanto tiempo el blog. Igual mañana escribo un poco sobre las actividades del fin de semana en si, de momento solo cuento sobre mis impresiones del concierto.

Conclusión: Necesito el disco "Sacrificium" ya mismo. Ya sabía que lo había investigado ella solita, con todo el empeño y el talento que pone en todo lo que hace. Que era repertorio desconocido barroco (en gran medida), y piezas para el lucimiento de los pop stars del momento, los castrati. El lucimiento sin ton ni son resulta de mal gusto, pero a mí pocas cosas me gustan tanto como unos fuegos artificiales magistrales como aquellos con los que aderezó la velada esta fabulosa cantante.

Juraría que su registro es ahora más amplio, qué solemnes y sentidísimos graves. Como digo, fuegos artificiales tuvimos, como los de "Cadrò, ma qual si mira" de Araia o "Destero dall'empia dite" de Haendel o ese "Son qual nave" de Broschi que me hizo saltar de mi asiento asi inconscientemente y gritar un bravo casi lloroso de la emoción. No fue el único mío durante el recital, y suelo ser comedida en estos eventos, pero el que ha estado en un concierto de la Bartoli comprende el trance hipnótico-emocional al que puede conducir la simpática mezzosoprano. Ello explica por qué después del salto no encontraba mi abrigo y lo encontré un asiento más allá. También tuvimos piezas de una delicadeza, gusto y sentimiento contenido verdaderamente difíciles de describir, ah, esas "Parto, ti lascio o cara" de Porpora, o el "Misero pargoletto" de Graun.

Es absolutamente comprensible la proliferación de admiradores fervientes de ambos sexos que se acercaron al escenario entre canción y canción a entregarle flores, decirle algo, hasta besarle la mano en el caso de una chica. Sigue dando esa imagen de cercanía y de regocijo y satisfacción en lo que uno hace. Sigue pareciendo conmovedoramente agradecida. Y sigue arrancando al público sonrisa tras sonrisa.

No sólo de canto y música. Bartoli sabe de teatro y espectáculo, y eso me gusta. Detractores tendrá, pero a mí me deleitó su exagerado suspiro musical en "Chi vive amante" de Vinci y el simulado cruce de espadas con Ada Pesch. Me encantó su modelito de época que se iba quitando pieza a pieza, aria a aria. Justo cuando se quedo en camisa de chorreras y ya nos inquietaba un poco el siguiente cambio, salió con un espectacular modelito barroco-rocambolesco (madre, qué de metros de raso rojo plegado para la falda, qué deslumbrante el dorado del corpiño), al que acabó incorporando un enorme cuello de gigantescas plumas rojas que lanzó al final del tercer y último bis, terminando el concierto como lo empezara con su primera aparición de bravo caballero, arrojando el emplumado tricornio a un lado del escenario.

Fantástica, fantástica, fantástica. Esto es una opinión emocional y subjetiva. Es mi blog, no me disculpo, pero tenganmelo en cuenta, y comprendan mi arrebato de admiración absoluta.

p.d: La foto está tomada de "El Norte de Castilla" de ayer.

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