lunes, julio 27, 2009

Aún a casi 2 meses de las vacaciones *sigh*


Ya llevaba eras con la conciencia cargadísima por no actualizar el blog, intentando retener en la memoria una lista de las cosas que debería contar y tal, pero al final a la hora de comer estoy muy ocupada recuperando la energía, y los fines de semana... tres cuartos de lo mismo, ja ja ja.

Como a la mínima me pondré a charlar y charlar sobre dorama, he pensado que mejor hago dos mensajes, uno sobre cosas recientes de mi vida en general y otro de dorama y relacionados. En lo que respecta mi vida personal de mi propia persona, la cosa no ha cambiado nada desde el último informe. Parece definitivo que haya dejado, a mis largos años, de morderme las uñas, yo misma me miro las manos y no me lo creo. Por si las moscas las sigo llevando siempre pintadas y con cucamonas varias, no me fío de no volver a mordérmelas si las llevo tal cual. Aún así debiera de ir a hacerme la manicura pronto, en cuanto tengo un larguito mínimo me vuelvo muy muy torpe. También sigo sin fumar - ¿5 meses y algo ya? Esta vez sin embargo me encuentro mucho más contenta de haberlo dejado que en otras ocasiones, o bien estoy reflexionando más sobre ello. Sigo sin ser apasionadamente antitabaco, lo llevo bastante bien en general, pero a menudo pienso qué estupendo es no olerlo nunca sobre mí, ni tener que salir desesperadamente al estanco y estas cosas.

Reseñable es la pequeña visitita que tuvimos Nadia y yo al festival Bon Odori del colegio japonés de El Plantío. Nos enteramos por un compañero de curro de Nadia, y allí que tiramos con pocas expectativas (es un festival escolar, va a ser muy cutre, ¿merecerá la pena?). Ya a minutos andando empezamos a ver congéneres frikis por los alrededores y japoneses/españoles varios en yukata. Cola y calor para la entrada. Pero qué requetebien me lo pasé. Sí, era el patio del cole, era de estar por casa, pero había un ambiente genial y había un poquito de todo. Hasta bailes típicos (el inspirado en los mineros, por ejemplo, cava hacia la izda, hacia la dcha, carga el saco en hombr dcho, izdo, empuja el carro hacia delante, palmada, dos palmaditas, etc.) con explicaciones muy claritas y muy divertidas (yo y mis pies de trapo nos echamos uno o dos bailecillos, todo desastroso pero muy entretenido). Hubo Jan-ken-pon, taiko modestito, puestos de comida (yo me tomé uno de esos con hielo triturado y sirope, estaba hasta bueno), rifas, tiro, pesca (en bañerita de plástico) y hasta rastro. Y yukatas maravillosos. Y un japo fantabuloso de carne y hueso (existen de verdad, y yo que pensaba que solo los fabricaba Johnny Kitagawa) que Nadia-chan se perdió porque no la avisé (pero cómo, ¿grito "¡Nadia, un japo subarashi a babor!"?).

Anécdota del mercadillo. Soy muy mala fangirl. En la realidad me averguenzo de reconocerlo públicamente fuera de mi entorno y niego tres veces que ni San Pedro. En el fondo igual no me olvido de mi edad. Afortunadamente estoy trabajando en ello e iba con Nadia, que como me conoce bien me tira de las orejas para que luego no me arrepienta de nada. En fin, que salieron así por las buenas tres disquillos, a dos eurillos cada, de NEWS, Arashi y Kattun. Yo discretamente enuncié: "Igual me llevo el Arashi para mi hermana" (excusa creíble, mi hermana lleva una racha que no come con MatsuJun). El de Kattun es que lo ví después...

Seguidamente Nadia se va a ver las revistas y libros y sale con un Myojo con Kattun en la portada. Miraaaa, me dice, tu Kamenashi. Y yo haciéndome la digna e interesante (había dos chicas de unos 20 comentando el disco de Kattun al lado, me sentí muy mayor), "Ajá", ya veo. Nadia no desistía: "Mira, y el Yamapi". Yo: "Sí, sí, muy bien". Nadia: "Y Arashi, mira el de las cejitas (apodo oficial de MatsuJun)". Yo (resistiendo la tremenda curiosidad y ganas de salir corriendo con el Myojo en las manos por un eurillo, pero muy, muy cortada): "Sí, sí claro". Ya caminando alrededor del escenario confesé el oscuro secreto de que el disco de Arashi (el Time, muy moñas, muy genki, pero entretenido para un ratillo animado) era para mí. Nadia me dijo que le parecía muy raro que no hubiera mostrado interés en la revista. Y yo confesé que tenía mucho, pero que me daba mucha verguenza. Así que allí dio doble pisotón al suelo Nadia, se dió la vuelta, y al final me llevé no uno sino dos Myojo. Gesto por el que me siento muy agradecida, porque me han parecido entrenidísimos.

Ya que aquí que estoy en confianza he terminado de contarlo, comento un poco sobre mis impresiones sobre las revistas, que me han resultado un ejercicio en cultura popular. Me he entretenido mucho más allá de los maravillosos photoshoots. Para empezar el propio diseño de la revista era muy distinto al que esperaba. Esperaba algo cutre, corto y multicolor como las revistas de pop de nuestros años mozos. Nada de nada. Cerca de 200 páginas, buena calidad de papel, impresión y maquetación. Está claro que es una cultura muy visual, si no eres bien parecido el fotógrafo lo arreglará, pero algo tendrá que hacer. Sesiones de fotos de mil inspiraciones (incluyendo a Horikita Maki y a los Kattun haciendo labores domésticas, voto a bríos, y un johnny no identificado con babero, gorrito de volantes y chupete, no me lo he inventado yo), y variedad de temas (recetas de cocina, letras y partituras de los éxitos del momento, anuncios sobre doramas - One Pound Gospel, Honey and Clover y Yukan Club).

Protagonista absoluto: el mercado y la publicidad. Anuncios, anuncios y más anuncios. Página: Kattun anunciando chicles de frutas, página opuesta: entrevista y fotos, página siguiente: Kattun anunciando brillo labial con sabor a frutas (Kamenashi el de manzana), siguiente, más fotos, más anuncios. En Japón incluso la abuela puede ser vendible si alguien la demanda. Con papel de seda y una moña de regalo. Como vendedora me siento fascinada por su tremenda capacidad comercial. Mágnifico lo de los pedidos, dos hojas a todo color de celebridades sujetando objetos varios que supongo luego puedes encargar a las revistas. Cuando ví a Pi (imaginemos los primeros tiempos de "Code Blue") sujetando un rizador de pelo de poquito no me da un pasmo. Juajuajua. Estuve por buscar un escáner y colgarlo.

En ambos números la distrubución del material me ha parecido muy curiosa. Va a ser que sí se toman en serio lo de la distinción kouhai-sempai. En ambas empiezan la revista con Hey Say!, el grupito más más joven (tema para mí incomprensible, no me parece que la presentación sea ni lo suficientemente inocente ni infantil como para no darme algo de mala espina, la cosa dista mucho de Parchís, de verdad, pero he de confiar que el rango de edades del público lector es muy amplio) y terminan con SMAP y lo que parece ser un rincón de Kimura Takuya (qué fotos más divinas, qué 30 y tantos tan maravillosos, qué manera de desbancar johnnys más jovenes).
Conclusión, el mundo es muy grande, y qué similares y qué distintos podemos ser todos simultáneamente. En una línea menos filosófica declaro, viva el Photoshop, je je je.

Ya os cuento más de dorama mañana, si arranco a escribir un ratillo.

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