viernes, febrero 20, 2009

Bloody Monday



Nunca he sido y nunca seré muy aficionada a las historias sobre las armas biológicas, epidemias y otras formas de apocalipsis. La carrera a contrarreloj que se genera suele ser mortalmente aburrida, si no simplemente infumable. Para más aquél siempre vienen acompañadas por un catálogo de síntomas de lo más escatológico. Entiendo que en la imaginación colectiva un virus no puede ser muy peligroso si no se presenta con pústulas y vómitos de sangre.

Sin embargo, "Bloody Monday" me ha encantado. Quizás porque los síntomas se vieron reducidos a su expresión mínima. Quizás porque la historia no se centraba tanto en el virus sino en la persecución de los terroristas por un estupendo ejemplar del noble héroe rebelde, el que, con el fin de salvar el mundo, hace uso de prácticas no del todo aceptadas legal o socialmente. El modelo Robin Hood está ya un poco visto, y no se puede llamar muy ingenioso en estos días. En este ocasión el héroe es un talentoso hacker. Con el fin de determinar su bondad, el equipo de los malos dispone también de un hacker, que, naturalmente dadas las circunstancias, no sólo es menos eficiente y valiente, sino considerablemente menos agraciado.

En resumen el argumento es que Takagi Fujimaru, alias Falcon, un joven estudiante de ocupación y hacker de devoción, decide colaborar con la policía en un caso de bioterrorismo. En breve su misión se convierte en una cruzada personal cuando su padre tiene que huir al ser acusado de colaborar con los terroristas. Éstos, liderados conjuntamente por un científico loco (pero siempre estiloso y bien peinado, esto es Japón) y un hierático profeta igual de cuerdo, parecen también tener un peculiar interés en conducir al muchacho al lado oscuro. Lo cierto es que éste es el tipo de malo concebido como ornamento del bueno, un malo retorcido, que se regocija en una maldad que no parece tener mayor motivación que la maldad en sí. Es un malo creado para mejor lucimiento y mayor gloria del bueno. No es mi tipo de malo favorito en absoluto, aunque tenga, no lo dudo, una función clara en el argumento.

Sin embargo, sí me ha parecido muy acertada la construcción del héroe como un chico sencillo y bastante normal (bien por Miura Haruma, natural que fuera actor revelación el año pasado), con el desarrollo emocional esperado para su edad y no más, con un círculo de amigos igualmente normal (para Japón, en mi círculo como adolescente nadie lucía un estilismo tan estupendo para ir a clase), relaciones familiares y afectivas en general también bastante normales. Me ha gustado también mucho el devenir entre duda y absoluta confianza generado a partir de varios personajes secundarios cercanos al protagonista. Me encanta que derepente lo familiar sea extraño, y lo extraño familiar. Aún así la última vuelta de tuerca de este tipo no me pareció lo suficientemente justificada y anunciada, cuando el personaje menos visible y más insignficante de toda la serie resulta ser clave en la trama, el origen de casi toda la acción. Que conste que no especifíco más por no chafarle la trama a nadie, ya que voy a recomendar la serie. Qué propia yo.


Las breves explicaciones sobre informática, seguridad y otros conocimientos digamos "técnicos" me han gustado muchísimo también. Qué le hacemos, me hacen ilusión estas cosas, la misma que los artificios de circo. Como laica, no sé hasta que punto toda esta información es veraz (me sigo preguntando qué motivaría que un profesional decidiera borrar el rastro de un archivo simplemente arrastrándolo a la papelera de reciclaje), pero daba esa impresión y funcionaba bastante bien. Otro detalle que me ha encantado (simple que es una) es la advertencia al final de cada episodio a efectos de que la acción de hackear está contemplada como un crimen en el código penal japonés, así que, por favor, abstengase, querido público, de practicar esto en casa. Es que estos niños de hoy en día son así, te das la vuelta un minuto y te están hackeando el servidor central del FBI.

Una mención para el científico loco. De nuevo, Narimiya Hiroki, alias "el novio guapito de Kagen no Tsuki", hace otro de esos papeles correctos, finalmente convincentes, pero perfectamente olvidables. Al final creo que le estoy encontrando entrañable con tanto secundario aceptable. Reconozco que tendría curiosidad en verle de protagonista, por si fuera capaz de mayor profundidad o intensidad. Aún le queda un trecho para mi Top 10, constancia quede de ello.

Un buen thriller. Recomendado.

p.d: Atención al detalle en el cartel publicitario. La serie la retransmitían los sábados a las 7:56 pm, ni un minuto antes ni uno después. ¿Cuál será el problema en retransmitir en horas con cifras redondas?

1 comentario:

  1. Ummmm, me parece que es demasiado denso para mi :S que aún no estoy tan metida en los doramas como tú y Lucía :S, la apunto para algún día, por si acaso.
    Bonito blog, por cierto ^^

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